lunes, 13 de abril de 2009

De Un Angel Me fui A Enamorar...


Vagando sin rumbo, buscando un amor, sentí tu presencia,
sentí que por fin había encontrado a alguien diferente,
a alguien muy especial;
con apenas verte me di cuenta que eras distinto,
porque un aura en ti vi brillar,
un aura de un color que solo le vi tener al mar.
Me enamoré de ti con solo verte,
pensé que mi búsqueda había finalizado
y que el amor de mi vida había encontrado,
pero que equivocada estaba, nada entre nosotros podía pasar,
eres un ángel que a la tierra vino a visitar;
como quisiera tener una chance ahora
que me dejaste ver tu cara angelical,
ten piedad de mí, de mi pobre corazón
que llora y ansía tus labios besar;
no me dejes ahora, quisiera poder contigo volar,
regálame un par de alas para ir contigo por el cielo infinito,
y vivir juntos hasta la eternidad;
solo te pido una oportunidad,
hagamos que esta historia de amor sea real,
dile a Dios que nos dé permiso para estar juntos,
dile que permita que esta, nuestra historia de amor sea real,
en la que un simple mortal y un ángel se fueron a enamorar.

miércoles, 8 de abril de 2009

Los aromas y colores


Tengo toda una colección de poemas que hablan de ti. Puedo computarlos numéricamente por decenas, por centenas, incluso por millares o colocarlos, de forma cronológica, para que den fe de nuestra historia.

También puedo agruparlos por colores o aromas; entre aquellos, predominan los grises, opacos, involuntariamente emotivos y tiznados de nostalgia.

Los menos son, levemente, azules pero brillantes como cielos tranquilos de verano o una sonrisa o una caricia; otros, son verdes, madreselvas que crecen hacia la nada, sin cansarse, regenerándose en sí mismos, retroalimentándose con un mero gesto o una palabra inventada.

Hay muchos rojos, rojos de matices diferentes. Los hay como la sangre tibia que aflora de una herida abierta, un manantial constante que gotea desesperanza y tristeza; o de ese tono de rojos, vitales y apasionados, que se mezcla con los amarillos y naranjas del fuego de una hoguera, son las brasas que queman aún y que con sólo un soplo recuperan sus llamas. Su perfume deja las horas impregnadas de afrodisíacos recuerdos.

Los más son transparentes, como gotas de lágrimas, y salados, como ellas. A veces, toman una pizca de tonos malvas, volviéndolos románticos, ligeramente dulces, con el aroma a pasado que queda en los trastos atesorados en un desván o en una caja de música arrinconada. También huelen a la brisa marina de un mar, solitario y en calma, o a la tierra mojada por la lluvia de una tarde de otoño.

Otras veces se impregnan de negros, marrones, tonos oscuros y góticos que irradian rabia, ira, desesperación y lamentos; son como cipreses que velan los muertos y se mueven, se inclinan, caen y erigen, continuamente, como juncos que danzan al son del viento, sin quebrarse jamás, pero sin redimirse, aunque lo intenten, rozando las estelas que dejan las estrellas del firmamento.. Entonces su olor se vuelve putrefacto, amargo, incluso agrio. Y hace mucho daño.

Yo quiera escribir poemas de colores claros y fuertes, de sólo azules, de sólo blancos, resplandecientemente blancos; quisiera que tuvieran sonidos, música, risas, bailes, paseos por la arena, besos…Que su aroma me cobijara entre barbacoas de verano y chocolates, entre el olorcillo, a calma y serenidad, que deja unos pescaditos fritos en un chiringuito de playa; que oliera a olas, a café, a miradas de ternura y caricias y a lluvia, pero esa lluvia de estío, agradable, fresca...

Sí, quisiera palabras que fueran abrazos, secretos, íntimos y recíprocos, quisiera hacer poemas interactivos, pero de una única dirección y un único sentido, con una única razón, con un único suspiro.

Quisiera…. pero no puedo.

La añoranza, la tristeza y esta extraña soledad se han vuelto mi esencia, mi color, el único aroma que me rodea.